Bisaurín, además de ser un pico con personalidad propia por así decirlo... Era la excursión "reina" del campamento Ánade donde iba de niño y donde también fui monitor de tiempo libre. En el valle de Aragüés fue donde mi afición a la montaña nació.
Tras casi 3 años sin pisar la zona, me reúno con Carmen y Silvia (acampadas del mismo campamento) y fijamos fecha para subir Bisaurín. Una salida reservada a unos pocos en el campamento y que ellas no habían hecho, así que tenían ganas de hacerla.
El plan iba a ser completo y abierto a más personas pero como sucede en estos casos, nos quedamos poquitos. No pasa nada y, como reza el lema de Ánade en su escudo "Non multa, sed multum" (no mucho, sino bien).
A las 9.24 comenzamos a andar. Ya sin los calores de los días previos, encaramos con algo de brisa pero sin nube alguna, las primeras rampas. La primera parte del recorrido se comparte con la senda que va hacia el circo de Bernera, Candanchú, Peña mediodía... Después tomamos el desvío hacia el collado del Foratón.
Siempre en subida, caminamos cómodos por un sendero perfectamente señalizado que nos hace superar la mitad de desnivel de la ascensión en poquito más de una hora. Bebemos algo protegidos del fuerte viento y picamos frutos secos para reponer fuerzas.
Después, comenzamos la subida hacia las campas que dan paso a la pedriza anterior a la parte final de la ascensión. Nos vamos encontrando gente ya en este tramo. Unos que bajan y otros que suben... El viento conforme nos acercamos a la cima va amainando.
Tras dos horas de marcha, hemos superado la parte más difícil y el camino a la cima se muestra en una gran diagonal por una línea con menos pendiente ya y bastante cómoda. Tras dos horas y media exactas estamos en la cima. Son las 12 de la mañana y antes de hacernos las fotos de rigor, nos tomamos los bocadillos y bebemos. Contemplamos las preciosas vistas que nos regala el día. Al Sur podemos ver la peña Oroel y Guara al fondo. Al Este, se ve perfectamente Collarada. Conforme echamos la vista al Norte, podemos ver Lecherines. El Aspe está tapado por Bernera y, a continuación, aparece el Midi. Según miramos al Oeste, las tierras rojas de Estanés y la parte francesa aparecen entrecubiertas por nubes. Preciosas vistas.
Media hora después, emprendemos el camino de vuelta. El mismo que a la subida. Rápidamente vamos perdiendo altura y dejando a nuestras espaldas de forma fácil lo que antes nos ha costado más esfuerzo hasta alcanzar el refugio sobre las dos de la tarde.
Como la reserva en Corralones la tenemos a las tres, decidimos tomarnos unas cervezas y cambiarnos de ropa para hacer tiempo. Nos cruzamos con Juan de bajada a Corralones ya que al llegar sobre y media y no vernos decide subir a nuestro encuentro hacia Lizara.
Disfrutamos de una espectacular comida a la sombra de los pinos consistente en migas y chuletas de cordero a la brasa regado todo ello con sidra de Astigarraga y arroz con leche de postre. Miau!
Aún antes de bajar a saludar al campamento, verlo y recordar viejos y buenos tiempos, paseamos hacia el puente de Labati y orilla del río Osia. Gran jornada y muy aprovechada. Somos muy afortunados. Seguimos! ;)