En el cumpleaños de Ion, en Jaca también hace un par de semanas, se quedó en el tintero esta salida... Las razones, obvias. Si se va de cumpleaños, se va de cumpleaños y te levantas, pues eso, de cumpleaños.
Así que wassapeando durante la semana con Jabu, resulta que el jueves había luna llena (por cierto, este mes de Agosto, será el único en 55 años que hay luna llena 2 días... Cosas del calendario) y el viernes, sin muchas nubes a la noche, habría la suficiente luz para, a partir de las 12, subir a la peña Oroel sin tener que soportar los calores de estos días.
Los cuatro en la cumbre. Sin palabras...
Bien, como todo viernes que se precie, el cansancio lleva a la pereza, pero la motivación, los supera. Cuelgo en facebook, decidido ya con Jabu, que nos vamos a Oroel esa noche, a ver si alguien nos puede dar consejos y, mira tú por dónde, se apunta Pilón, residente en Sabi y atraído por la idea.
Avanza la tarde, Jabu sale de Mordor a las 19.30 pasadas. Llegará a las 23.30... LLamos a Pi, que me dice que Sergio, su hermano (ambos monitores de campamentos cuando yo era crío y parcialmente culpables de mi afición a la montaña), deja por una noche, y sin que sirva de precedente, las luces de La Rosa y su amigas para venirse a hacer el melón por la Jacetania.
Recorrido de subida a la Peña Oroel, 1.758 m. desde el merendero
Con estos ingredientes, no puede salir mal estofado, jajajjaja! Espero a Jabu en casa de las chicas y a las 00.00 bajamos a la calle. Nos recogen Sergio y Pilón entre risas, abrazos y bromas. A las 00.30 empezamos a andar bajo un cielo con estrellas y la mencionada tarta de limón, que diría Mikel Erentxun en "el cielo es del color de las hormigas".
La luna nos alumbra y observa en silencio
El tramo del bosque, con más calor del esperado, lo hacemos con frontales, ya que la luna no atraviesa el espesor de los árboles. El factor Pi, comienza a hacer de las suyas y, es que, la vida le ha tratado bien ;) Sin embargo, nos vamos reagrupando a cada curva y llegamos a la cresta que nos conduce a la cima con Jaca a nuestros pies y nuestros colegas y amigas en sus bares. Las vistas, a pesar del horizonte francés nuboso, son idílicas. Apagamos nuestros frontales, sobran. Al igual que nosotros allí, que nos sentimos privilegiados y satisfechos de habernos juntado para presenciar semejante espectáculo.
Jaca con sus luces a 5km. en línea recta
Los últimos metros y la cuestecilla hasta la cruz, son como el regalo sorpresa que acierta de lleno. Nos ilumina las caras, nuestro ojos alumbran el camino que queda. Y bueno, para no resultar empalagoso, aunque omitiré las groserías que cuatro merluzos dicen y hacen subiendo una montaña un viernes a la noches, nos damos un homenaje a base de embutido y pan, mientras nos hacemos las pertinentes fotos cimeras entre bromas, chistes de torrente y risas a la altura de una amistad tan grande como atemporal.
Los "ex-anades" en los últimos metros antes de la cima
El aire sopla y nos ponemos los forros y, después de media hora, comenzamos el descenso. Muy satisfechos y agradecidos por el espectáculo de la Creación en uno de sus máximos exponentes, llegamos a los coches a las 04.00 después de cruzarnos con algunos habitantes del bosque.
Escolopendras, escarabajos, gatos, lechuzas... Y arañas y sapos se sorprenden al vernos
A las 04.30 nos dejan Carlos y Sergio en la puerta de la urba y en ese momento, algunos de nuestros amigos llegan de la zona. Nos llaman "frikis" y entre más risas nos despedimos hasta la mañana (mediodía en su caso) del día siguiente.
Una salida fácil, diferente, muy recomendable, que salió redonda y sirvió además para reencontrarme con Pilón y Sergio. Una gozada de la que os dejo las foticos a cargo de Jabu, que subió su camarón con trípode y todo. El resultado, hizo justicia a lo que fue la noche :)
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