domingo, 8 de diciembre de 2013

En la boina, volviendo a sentirnos escaladores

Pues de eso va este post. Aunque primero, he de hablar de que esta salida ha supuesto el reencuentro con un amigo que conocí escalando y con el que he compartido más que cuerda y cintas, Giorgio.
Giorgio Gobber, de los Dolomitas a Zaragoza, pasando por medio mundo
 
Hace dos años dejó su vida en Zaragoza y partió con una mochila a recorrer Australia. Al año, cerró la etapa de su viaje y, tras unos meses, comenzó de nuevo a buscar trabajo. El "azar" quiso que hace un mes lo encontrara, de nuevo, aquí. Y, hace dos días, ya instalado y tras habernos visto 4 veces en el último año, retomamos la normalidad en nuestra amistad programando una salida a roca. 

La gran placa y el macizo del Ali desde la Boina
 
Los dos teníamos como objetivo ir cogiendo poco a poco el feeling con la roca, la forma y hacer metros. Hace mucho que debido a lesiones, viajes y otros compromisos, a los dos, habituales compañeros de escalada, dejamos de tener continuidad y, pese a manener la forma y motivación, hemos perdido continuidad.
Placas morateras, algo lavadas y exigentes, pero de calidad
 
Elegimos Morata de Jalón, bueno, Chodes, para lograr nuestro propósito. El día, frío al principio de la mañana, 0º, soleado y sin viento, se antojaba ideal. Y así fue. Una jornada en la boina donde caímos, volamos, ensayamos pasos, dudamos, cambiamos estrategia, encadenamos, nos vacíamos y disfrutamos. Sobre todo, eso, disfrutamos.
En la reunión con una satisfacción difícil de describir y una motivación renovada
 
Por fín, después de unas salidas a roca donde el esfuerzo hecho no ha caído en balde, volvimos a sentirnos escaladores. Al final del día, las cicatrices del hombro picaban, las llemas de los dedos quemaban y los brazos dolían. Todo, como debía ser.

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