Dicho esto, el sábado, volví al sitio donde comencé a trepar buscando recuperar mi esencia como escalador pero sobre todo rebuscar ciertas cosas en mi interior. No es que no me conozca pero a veces conviene acercarse a uno mismo, ausentarse en la intimidad de la roca. En el entorno de la naturaleza donde lo fundamental es más puro y nada se diluye entre ruido y falsos estímulos.
Para ello, qué mejor que poca pero buena compañía y vías sencillas, las del macizo del Alí, de una belleza descomunal. Estéticas, imponentes, francas... de las que no esconden nada (ni siquiera cazos), como espejos en los que uno descubre su cara pero que tampoco te tienen preparadas trampas. Desde abajo sabes que no van a ser fáciles y que no te lo van a poner más difícil que lo que ya sabes que son, depende de lo que tú hagas (o seas).
Escalamos en un par de V "nuevos" a la derecha de "Salta la linda", en "Coquita L1+L2, 6b+", en un 6c a la derecha de JB... y en una de las vías que más insignificante me ha hecho sentir en este deporte y que más he disfrutado al misom tiempo... "Quebrantadedos, 6c".
Agradecido y algo más ubicado, seguimos :)
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