martes, 25 de julio de 2023

Vuelta a Riglos antes del parón estival

Aunque, tras casi un mes sin escalar en roca y apenas entrenar por los viajes largos que anticipan las vacaciones y el efecto de un catarrazo que he pillado, podríamos decir que ya estábamos de reposo... Me llama Mon la semana previa a emigrar y no le puedo decir que no.

El martes quedamos para tomar rumbo a los Mallos de Riglos. Le aviso de mi catastrófico estado y me propone algo que ya hemos hecho, comfortable (en cuanto a equipamiento) y atractivo en cuanto a todo lo demás, la José Antonio Sanz al Frechín.


Nos plantamos a pie de vía a eso de las cuatro de la tarde aprox. y con sólo una cordada en la vecina aires del sur, nos ponemos a ello. Va primero Mon, que no recuerda (lo mismo que yo) la vía y duda de si es la elegida u alguna otra de las vecinas. Sabemos que Irene y la Paz no es pero no tenemos claro que sea la Currucuclillo o alguna otra variante equipada más recientemente. 


Tras empalmar sin darse cuenta los dos primeros largos, el primero con forma de hoz, deducimos por el diedro que vemos arriba que es la vía que queríamos. Tiro yo el tercer largo. Bonito y algo más duro que lo anterior y Mon empalma el cuarto y quinto, quedando una tirada de unos 50 metros que hacen llegar tostado. Empiezo a notar la falta de gasolina pero estoy disfrutando.

Aquí es donde tomamos el último (s) largo de la vía Irene y la Paz, el más elegante que te lleva tras un añadido tumbado a la cima del Frechín. No nos damos cuenta de esta variante que hemos tomado hasta revisar el croquis. Pero no pasa nada, casi mejor, ya que este último largo es de gran calidad.




Descendemos andando por el barranco de la Visera, no por el camino que rodea el Pisón desde este anterior y llegamos a cenar a casa. ¿Qué más se puede pedir en una tarde de verano zaragozana...? Ahora mismo, no se me ocurre nada. Termino el curso de la mejor forma posible en buena compañía y con la vista puesta en el Pirineo. Seguimos :)

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