viernes, 23 de noviembre de 2012

Acoso y derribo (esperemos)

Se van sucediendo las jornadas, el frío de verdad acecha, los movimientos nos van acercando a las respectivas cadena, pero falta algo más, un poco más... El desenlace, próximamente, mientras tanto, disfrutamos, unos días en soledad y otros en grata compañía. Las tardes del bombo.


domingo, 18 de noviembre de 2012

Colores

Colores de otoño en arcenes de carretera que muestran una gama imposible de amarillos, verdes, rojos, marrones... Imposibles de combinar mejor, hasta llegar a Vadiello. Una vez más. 

Nubes que entran y salen del barranco, que juegan con nuestras posibilidades de hacer algo, que nos abrazan y se van, que vuelven y descargan agua nada más ponernos la mochila a la espalda y dejan de molestar al llegar a la repisa del bombo.

Frío en las manos, en la orejas, en la nariz, que ignoramos al ponernos los gatos por primera vez en el día y que echamos de menos al descolgarnos exhaustos y con los antebrazos hinchados entre pegue y pegue. Pero al tocar suelo, ya buscamos el abrigo.

Color rojo, como el de la sangre en los dedos, que es el peaje que pagamos cada día que nos subimos a la pared, como el que empieza a desteñir las vías que acechamos constantes y esperanzados de que cada día nos concedan un par de movimientos más y el invierno llegue después de alcanzar sus cadenas.

Ayer, Quique y yo, estuvimos más cerca que nunca de nuestros objetivos. "Casi, casi..." Que puede no significar nada o puede que si. El trabajo ahí está, el esfuerzo, los kilómetros, las horas, las confidencias a pie de vía, la soledad de unas jornadas y la fiesta de otras... Poco queda para el desenlace de esta historia, no sabemos cuál será, pero después de todos estos días, da igual.