miércoles, 16 de agosto de 2023

El hombre del mazo. Etapa reina de Lenito y Peña Forca

El 14 de agosto, víspera de la jornada de descanso nacional, tenía lugar la etapa reina de "Le Tour de les Pyrénées". Desde el principio de la jornada, se dejó sentir la dureza del trazado elegido por la organización, Felix, Gorka y Ali abandonan a las primeras de cambio y siguiendo la rueda del sólido líder de la general, Juan, llegamos a los puertos de Hecho donde enlazamos con el escapado Edu.

Juan y Eduardo tras superar el primer collado al salir de la parte arbórea

Los coches, por lo estrecho del camino no pueden continuar y los tres afrontamos en solitario el resto de la etapa. Las primeras rampas discurren por la sombra del bosque y una antigua calzada romana que pronto dejamos para tomar un canchal, en todo momento hacia arriba, con desniveles considerables y mantenidos.

Un pastor nos pone al día de lo acontecido en la zona (Osos, buitres, fiestas de Jasa...)

En este primer tramo de etapa, voy tirando y el líder y el maillot de la montaña me siguen a rueda. Tomamos ventaja sobre el resto del pelotón y todo parece indicar que llegaremos a meta con adelanto sobre el horario previsto.


La noche de antes, he tenido algunas décimas de fiebre pero he dormido bien y me encuentro, más allá del calor y lo mucho que sudo (como todos), bastante bien. Salimos del bosque y un collado nos sitúa en la divisoria entre valles con el collado del Foratón visible junto al Pico Aguërri y el Bisaurín. Esprintamos para los puntos y llegamos juntos hasta el cartel donde avituallamos antes de continuar. No hay bajada, arranca una nueva subida.

El paisaje es cárstico y podemos ver varias simas, además de la mano del hombre, también encontramos ventisqueros 

Siguiendo los hitos y tras conversar con un pastor, cedo mi lugar a mis dos compañeros de fuga. Eduardo demarra por la derecha, Juan por la izquierda, Sigo a este segundo y a duras penas puedo aguatarles el ritmo. Sufro mucho y siendo que algo no va bien... Así no llego a meta con el resto.

Sobre las demás cumbres, incluso por encima de la del Midi, destacan las vistas del singular Castillo de Acher

Afortunadamente los ataques entre ambos cesan y puedo reengancharme hasta el siguiente collado donde termina la pedriza. A pesar de todo, estoy ahí y las vistas son espectaculares. Sin embrago, los dos últimos puertos, me atemorizan. A los pies del siguiente collado se vislumbran sendas cimas de Lenito y Peña Forca. Nos cruzamos con algún aficionado. El ambiente cerca de la cumbre de los puertos siempre es más intenso...

El primer puerto es el de Lenito que afortunadamente, los dos favoritos afrontan vigilándose mutuamente y no llegan a atacarse, lo cual me permite seguir a rueda y coronar la cima junto a ellos. El avituallamiento me viene que ni al pelo. Recupero mucha energía y en la bajada el aire fresco me reconforta. Sigo a rueda y "sólo" queda un puerto. Espero no pinchar y aguantarles aunque no pueda disputarles la etapa.

Este puerto es más largo aunque no más duro y el habere recuperado en el anterior avituallamiento me permite coronarlo junto a los demás favoritos. Ya sólo queda la última bajada y la entrada en meta. Habrá que tener cuidado con el descenso, siempre peligroso y más en este caso con el estado de la calzada en el último tramo.


El descenso, aunque con algún hueco que se iba abriendo, lo hacemos también en grupo. Juan, el líder, tiene algún problema en la rueda trasera y casi cae en un par de curvas. Eso le permite a Eduardo aprovechar su inseguridad en el descenso y llevarse la etapa que termino en un meritorio tercer lugar aunque sin diferencia de tiempo entre ninguno. 


Sin la compañía de mis "rivales" no hubiera podido siquiera terminar la etapa. Una dura etapa por las condiciones de calor extremos, el desnivel acumulado y el ritmo ya que en apenas 6:10':00" cubrimos los 15(0)km y +1.800m de desnivel acumulado.

Al cruzar la línea de meta, nuestros equipos nos reciben con todo lo necesario para la rehidratación. Mañana jornada de descanso y... seguimos! ;)

viernes, 11 de agosto de 2023

Pico Anayet por Canal Roya con vivac en los ibones

El pasado miércoles nos juntamos ocho amigos de la cuadrilla de la urbanización Los Ríos de Jaca; Juan, Laura, Pablo, Alicia, Ander, Ane, Gorka y yo para hacer una travesía por Canal Roya hasta los Ibones de Anayet, pasar la noche allí y subir al día siguiente el pico antes de volver.


Las previsiones eran de mucho calor pero también de cielos despejados y una noche amable para dormir al raso aunque subimos con un par de tiendas de campaña donde cabían 4 personas... A la postre, subir estas dos tiendas nos libraron de una buena.



Comenzamos a caminar con bastante calor a eso de las cuatro de la tarde. Dejamos los coches en el parking de l'Anglasse poco antes de llegar a Candachú donde se toma la GR11. Esta se bifurca al poco de comenzar a andar con el camino de Santiago, ignoramos ese desvío y continuamos por el camino principal por un sendero que, afortundamente, discurre entre pinos en su primera parte. Llegamos a la fuente de los cerezos a unos 1.600m. Nos refrescamos y hacemos una foto de grupo antes de continuar por el barranco que sigue el curso del río.


En esta parte ya nos da el Sol de lleno, aunque la suave brisa nos da tregua en uno de los días más caluroso del verano. Pasamos por unas pozas que cruzamos por un puente a la media hora de iniciar la andada y en algo más de una hora llegamos a un pequeño refugio donde nos encontramos con una pareja que regresa de los ibones y nos advierte de la cantidad de gente que hay allí y alguna otra cosilla.



Vamos tranquilos, disfrutando del paisaje y aprovechando para tomar algunas fotos de los diferentes picos, aprender de geología de la mano de Pablo, reirnos con los comentarios de Gorka y alucinar con la logística de las hermanas Sanz Cenís (ni los sherpas del himalaya son capaces de portear tanto peso).



En unas tres horas llegamos a la rinconada y tenemos la suerte de encontrarnos los últimos 300 metros de desnivel que acumula el muro que, dejando a su derecha el pico, nos situará frente a los ibones. Vamos haciendo pausas y nos reagrupamos todos antes de llegar al lugar donde dormiremos. Todavía queda algo más de una hora de luz y aprovechamos para montar las tiendas, preparar la cena y cambiarnos de ropa. Cenamos de lujo y vamos sacando los sacos y extendiéndolos sobre las esterillas para ver las estrellas.



Pero el cielo se cubre y el viento se levanta. Chispea y aunque no cuadra con la previsión tampoco nos preocupa excesivamente. Somos optimistas, Juan comenta que las tormentas locales, derivadas de las nubes de evolución en días de calor así son imposibles de predecir pero que no debería durar mucho. Para, vuelve a llover, para... En un momento dado, tenemos que recogerlo todo porque nos estamos mojando en exceso. Tenemos que refugiarnos en las dos tiendas, repartiéndonos los cuatro que vivaqueamos entre el poco espacio que estas tiendas para dos personas tienen. Una odisea pero que no presenta otra alternativa. Ander y yo tenemos que salir a retensar los vientos y apañar una varilla que se había doblado y provocaba que las dos lonas se juntaran y calara el agua, entrándonos por los pies. 


Nos tomamos esta pequeña crisis con filosofía y aunque no para del todo, decidimos intentarlo de nuevo. Salimos con los sacos ya que parece más factible dormitar fuera a pesar de las circunstancias que dentro por el calor y la incomodidad. Bastante hacen Ali y Ane con hacernos un hueco inexistente pero por ellas y nosotros, salimos. Aunque vuelve a llover y Gorka y Juan regresan a la tienda con Laura y Pablo, Ander y yo intentamos coger algo de señal con el móvil para poder ver si la tormenta ya está terminando de pasar o va a seguir lloviendo toda la noche. Aunque nos cuesta, conseguimos ver el mapa de lluvia y comprobar que sobre las 00.45 todo se despeja por completo.


Efectivamente, a la hora señalada, el agua desaparece y como el suelo apenas está húmedo nos volvemos a tumbar dentro del saco sobre la hierba. Durante nuestra re-acampada Ander y yo tenemos la suerte de ver una estrella fugaz y poco a poco el cielo comienza a abrirse conforme los relámpagos se van alejando por el Norte. Espectacular cielo que la noche nos regala donde podemos ver perfectamente las diferentes constelaciones y la vía láctea. Nos dormimos en este hotel de mil estrellas.


Madrugamos ya que la luz nos despierta sobre las 6. Un relincho de caballo me hace dudar de si sueño o es de verdad. Es de verdad, como los ronquidos de Pablo. Ander y yo damos un paseo alrededor de los ibones para ver la zona y desentucernos mientras el resto van levantándose. Preparamos el desayuno mientras comentamos la "crisis" del día anterior y reímos de la situación vivida intentando encajar los cuatro en una tienda de dos. Ahora es donde todo lo subido a hombros por las hermanas es aprovechado. Cafetera, galletas varias, leche de distintos tipos, aguacate, tostadas... Ni en el Vincelle desayunamos así. De locos.


Lau y Ane deciden guardar el fuerte, recoger las cosas, estirar mientras el resto salimos a las 08.30 hacia la cumbre del Anayet. Aunque sin correr, vamos ligeros y pronto estamos en el collado entre el pico y el vértice. Ya hay gente que baja y otros que también suben. Llegamos al paso de las cadenas que superamos sin dificultades aunque con precaución. A pesar de la lluvia la roca está seca y aunque algunas zonas están más pulidas, en general, tienen buen tacto y generoso agarres.


Tras trepar por una chimenea, llegamos a la cima con una vistas brutales que abarca una panorámica que va desde el Midi d'Ossau hasta Bisaurín, pasando por Tendeñera y Collarada, con los ibones a  nuestros pies. Se está de maravilla allí y nos hacemos alguna foto pero hay que bajar para no volver muy tarde a casa y, sobre todo, no pasar demasiado calor andando.



Tras terminar de recoger nuestras cosas, coger toda la basura y picar algo, comenzamos a andar. De aquí al coche, poco más que reseñar, salvo que fuimos un poco justo de agua y casi ninguno nos atrevimos a beber de los saltos que fuimos encontrando. Lo que sí hicimos fue meter la cabeza en unas de las pozas que nos refresco algo hasta llegar a la ansiada fuente de los cerezos donde babimos hasta saciarnos a pocos minutos ya del coche.



Primera experiencia de vicac del grupo que seguro repetimos. Ya estaba Pablo maquinando algo por Marboré y proponiéndonos la próxima. Seguimos! ;)

viernes, 4 de agosto de 2023

Punta de la Espata desde Villanúa

Un pico estético, con forma de punta de flecha. De apariencia inexpugnable y que tenía muchas ganas de subir desde el primer día que lo ví. Algo apartado de sus vecinas Collarada y Collaradeta emerge como señalando al cielo. Lejos del protagonismo de sus vecinas de enfrente, sincéramente, a mí me llamaba más...




Le comento a Juan que me apetece subirlo y sin dudarlo se apunta. Hace años que lo subió con sus aitas pero le apetece repetirlo. Viene con el calentamiento hecho de subir hace una semana el Aneto. Quedamos no muy pronto a las 08.30 en la puerta de casa en Villanúa.


Desde la puerta de casa, tomamos el camino de subida a la fuente del Paco. Primeras rampas donde entre árboles vamos calentando el cuerpo. Nunca mejor dicho, porque ha amanecido con nubes bajas y el calabobos pronto deja paso a una fina lluvia que sin llegarnos a calar por completo no nos dejará en todo el día.


Tras salir de la pista que sale de la fuente del Paco hacia abajo, tomamos un sendero que vuelve a remontar entre bosque. Vemos un corzo a lo lejos, tras remontar un par de curvas, volvemos a verlo bajar bosque a través huyendo de nuestra presencia. Impresionante.



Llegamos al refugio de la Espata. A nuestra derecha divisamos ya la mole de piedra al final de la ladera que dará paso a la cima de punta de la Espata. A la derecha, Bacún. Entre prados con vacas, vamos ascendiendo por empinadas rampas herbosas. Con tendencia a derechas, vamos remontando metros hasta llegar a la divisoria de vertientes. Un vertice geodésico, marca la muga. El viento nos azota y las condiciones patagónicas nos obligan a abrigarnos cuerpo y cabeza. Las manos se entumecen y tras contemplar el arcoiris que dibuja un arco completo desde donde estamos, proseguimos.



Pronto enfilamos la arista que nos conduce por una línea recta ascendente de piedras pero menos inclinada que las anteriores hasta la cima. Allí, tenemos la fortuna de poder contemplar las vistas de picos y valles vecinos. Comemos y bebemos algo y nos preparamos para el descenso tras tomar algunas fotos. Pronto, las nubes comienzan a tapar todo de nuevo. Hemos tenido suerte. En algo menos de 3 horas, hemos cubierto los 1.200 metros de desnivel. No está mal. El camino es físicamente exigente pero técnicamente muy sencillo y no tienen pérdida.



Vamos para abajo y nos cruzamos con 3 grupos más que van para la cima. La lluvia vuelve a hacer acto de presencia y el viento arrecia. Charlando y caminando, en un par de horas regresamos al punto de partida. Es la hora de comer. Nos despedimos aunque luego nos volveremos a ver por la tarde. Eso sí, después de una mereceida siesta. Ya estamos preparando la siguiente... Seguimos!