lunes, 26 de agosto de 2019

Circular al carretón desde Canfranc y vuelta por la casa del vasco y la casa de la cueva

A priori, el objetivo era subir a la Moleta por el carretón y volver por cerca de donde lo hicimos. Pero tuvimos uno de esos percances que nadie quiere tener, a pesar de que no hubo que lamentar graves consecuencias…
Antes de las 08.00 ya habíamos aparcado en Canfranc Estación y tomado la senda donde comienzan varios PRs. Nosotros subíamos por “el tubo” hacia el carretón. Paralelo a esta conducción de agua de los ibones de más arriba, puede verse un antiguo rail que servía de guía para subir y bajar un gran vagón de metal llamado “carretón”. Este, sirvió durante años para transportar material y maquinaria para las obras de la presa de Ip y otros trabajos relacionados.

El camino discurre entre bosque por zig-zags. Desde el comienzo va ganando altura progresivamente, sin una pendiente endiablada pero sin relajar tampoco. Vamos viendo las distintas señalizaciones, incluyendo las que pertenecen a la ultra Canfranc.

De los 1.300 metros de desnivel que tiene la ascensión a la Moleta por este itinerario, 800 de ellos los salvamos en este tramo que termina en una gradas de piedra con unas vistas espectaculares de los lecherines y picos adyacentes por un lado y, por el otro, del macizo de Collarada. En este punto, se conecta con la pista que une el carretón con el ibón de Ip. Justo ahí, se inicia la subida a la Moleta y parte final de la marcha programada.

Sin embargo, tras visitar las antiguas instalaciones del carretón y, a punto de subir a la moleta, Josetxo se siente indispuesto y prefiere bajar a Canfranc. Al haber tenido un infarto hace 3 años y un stent colocado nos preocupamos... Decidimos acompañarlo todos. Primero paramos a comer y beber algo y que descanse tumbado y planteamos una bajada alternativa algo más larga pero más suave por la Besera.
Cuando decidimos emprender el regreso, en los primeros metros llanos hacia Ip, Josetxo vuelve a sentirse mal por lo que volvemos a sentarnos y descansar. Entonces decidimos bajar por donde hemos subido, más empinado pero más directo y rápido y entre todos ayudarle. Pero ocurre lo mismo y al comenzar a bajar vuelve a sentir dolor en el pecho y malestar por lo que paramos y decidimos pedir ayuda.
Llamamos al 112 donde explicamos lo sucedido y antecedentes del compañero. Nos ponen simultáneamente con la Guardia Civil quien, a su vez, lo hace con el especialista de montaña del cuerpo -resultará ser un “viejo” amigo de los campamentos donde fui monitor- el Teniente Santiago Gómez Rivas quien nos hace unas preguntas, nosotros le pasamos las coordenadas UTM y, por la inaccesibilidad del lugar por otros medios, nos comunican que mandan para allá ale helicóptero. Nos pasa con emergencias de nuevo, esta vez con una médico que nos da unas pautas a seguir con el compañero mientras llega el equipo del EREIM con el médico que lo atenderá. Josetxo ha de permanecer tumbado, a la sombra y no moverse del sitio. También le dicen que se ponga bajo la lengua la pastilla de cafinitrina que lleva en la mochila para bajar la tensión.
Mientras esperamos el helicóptero preparamos todas las cosas y recogemos de forma que quede el lugar despejado y podamos ayudar a evacuar lo más rápidamente posible a Josetxo. Tiene frío, a pesar de hacer buen día y no haberlo ubicado a la sombra, así que le dejamos todas nuestras chaquetas para que se tape.
En unos minutos oímos llegar el helicóptero, este se posa apoyando tan sólo uno de los patines sobre una de las rocas de la terraza donde esperamos. Desde allí se bajan Santi y un compañero del EREIM junto a un médico y el piloto queda con ellos en regresar en 5 minutos.
Cuando veo a Santi, dentro de la situación que es… Me alegro un montón, nos saludamos y me dice que hemos hecho lo mejor que podíamos hacer y que si nos vuelve a pasar algo similar hagamos exactamente lo mismo. Alivia en momentos así ver la calma y la eficacia con la que trabajan estos profesionales. Además de la amabilidad con que se dirigen a Josetxo y a nosotros, transmiten mucha seguridad y tranquilidad.
En 5 minutos han comprobado que Josetxo está estable para su evacuación, han evaluado la mejor manera de trasladarlo hasta el helicóptero y preparado todo para podérselo llevar. El helicóptero vuelve y los cuatro se van en él hacia el hospital de Jaca. Nosotros recogemos las cosas y emprendemos el regreso al coche.

Tras este mal trago, nos quedamos impresionados del trabajo de todos los profesionales del 112, GC y EREIM. La verdad es que uno se siente más tranquilo y seguro en la montaña después de, muy a su pesar, haber vivido una situación así. Nunca había tenido que llamar al 112 y, la verdad es que siempre he tenido reparos en ello, sobre todo por cómo en los últimos tiempos el EREIM se juega el pellejo sacando a otras personas de la montaña… Muchas veces por imprudencia, falta de previsión y/o preparación. Pero también es cierto que el caso de hoy no era ninguno de los anteriormente enumerados. Hoy se trataba de una situación de riesgo y hemos actuado como debíamos.

Avisadas las familias, con Josetxo acompañado en el hospital decidimos volver al coche por otro camino de bajada para no repetir la ruta de subida. No obstante, a través de mi móvil vamos estando atentos a cualquier novedad o cambio. Santi me llama durante la bajada para decirme que Josetxo había sido dejado a las 13.10 en el hospital y se encontraba bien. Un detalle.
Inicialmente emprendemos el camino de bajada por el mismo lugar que de subida pero en un momento dado, nos desviamos pasando por debajo del tubo en un punto señalizado hacia la casa del vasco, antiguo economato de los trabajadores de las obras de la presa. El camino nos leva a ella, atravesando barrancos hasta llegar al de San Epifanio, donde además de esta casa, se encuentran los diferentes arcos de contención que se fueron construyendo junto a los puentes de nieve para evitar el efecto fatal de las avalanchas de nieve por este terreno de enorme pendiente. Antiguamente, podemos ver por las fotos de la época que no había tanta vegetación como ahora y ello hacía del terreno, junto a las mayores nevadas del momento, un terreno más avalanchoso.

Desde la casa del vasco, iniciamos el descenso, también en zig-zags. Pasamos por algunos de los arcos y vemos lo que para algunos son plantas de esa hierba que algunos fuman…¿Opiniones? Seguimos. Volvemos a terreno boscoso y el camino nos lleva a un paso en túnel excavado a pico y pala por una gran mole caliza que nos sitúa frente a la casa de la cueva. Desde allí, seguimos por un sendero aún más cómodo descendiendo hasta la denominada casita blanca (muy cerca de Canfranc y antiguo vivero) y la fuente de la herradura.

En unos minutos más de pateo llegamos a Canfranc estación en una jornada que no olvidaremos. Nos cambiamos y al coche para Jaca. Parece que Josetxo está bien pero lo trasladarán a Huesca para hacerle más pruebas y poder determinar el alcance de su afección. En el fondo, ha sido un día muy bueno. Hay que dar gracias.

domingo, 18 de agosto de 2019

Circular a Peña Gratal, 1.578 m. desde Arguís

El martes quedé, como ya es una tradición en mis veranos en Jaca, con la familia Arregui para hacer monte. En esta ocasión Ana y otr@s compis de la urbanización se subían a los ibones de Astún así que nos fuimos los cuatro; Juan, sus padre Javier y Maite y yo.
Si el tiempo era caluroso la opción era la moleta y si salía cubierto, Peña Gratal. Salió cubierto y como ellos (donostiarras) no frecuentan mucho Guara, querían aprovechar a subir hasta Gratal para intentar disfrutar de un privilegiado mirador del Pirineo, además de disfrutar de un paisaje diferente al que están habituados.
A las 8 de la mañana (sin madrugar mucho) quedamos en el parking y a las 9 ya estamos andando. La verdad es que con el nuevo Monrepós se llega en poco más de media hora a la presa de Arguis, lugar desde el que partimos. *Podéis ver el post de la ascensión que hice solo exactamente hace un año AQUÍ. (En aquella ocasión, subí por el cortafuegos y a la bajada de las calmas no tomé directamente el camino, sino que lo hice tras el primer tramos de pista.)

El inicio es cómodo. Llano y por pista ancha por la que nos vamos cruzando algún ciclista y corredor de montaña. En los carteles que señalizan los diferentes itinerarios podemos ver que se indican varios pozos de nieve a lo largo del camino.
A la altura del gaseoducto tomamos el desvío que nos lleva por la senda ya ascendente que nos dejará en el collado desde el que parten los caminos a la peña por un lado y al pico y las Calmas por el otro. Este discurre por un bonito y tupido bosque prepirenaico donde conforme vamos ganando altura va clareando y dejando paso a otro tipo de vegetación como arbustos, herizones, etc.

Llegados al collado tomamos el cortafuegos para bajar a la llana de Bonés donde hay una fuente en la que a la vuelta cogeremos agua. Tras esta, de nuevo, cogemos una pista que nos va a acercar al pie de la peña. Allí, cogeremos un sendero que discurre entre bojs y que tiene una pendiente nada despreciable. Algo de pedriza en la parte final y llegamos a la cumbre.

Me tomo un bocata de lomo y otro de txistorra que me preparé la noche anterior. Los mejores bocadillos que puedas tomar son en el “bar Montaña”. Confirmado. Después de reagruparnos y descansar un poco, nos hacemos las pertinentes fotos y firmamos en el libro de visitas que bajo la cruz que preside la cima encontramos. Las vistas desde aquí de una gran parte de los principales picos Pirenaicos son espectaculares pero las mejores las veremos desde las Calmas…


Emprendemos el regreso hasta la pista que parte del cortafuegos y, en dirección Este, la seguimos hasta el vértice geodésico del pico Gratal. Desde allí divisamos la Peña Gratal y su pedriza. Dejamos también el desvío a Nueno y ponemos rumbo al pico las Calmas pasando antes por el pico San Julián.

Tras disfrutar de las vistas de este privilegiado mirador, bajamos de las calmas y tomamos el sendero que, cortando la pista alternativa por la que podemos bajar, nos lleva casi en línea recta a la pista por donde inicialmente hemos empezado a caminar, algo más abajo del desvío del gaseoducto.


Durante la segunda mitad de la jornada, el Sol sale y pasamos calor. Lo bueno, es que el mayor desnivel lo hemos superado con nubes. Nos cambiamos de camiseta y calzado y nos acercamos a un bar con terraza donde, a la sombra, damos buena cuenta de las pertinentes jarras de cerveza, la bebida montañera por antonomasia.
Otro año, espero que más 😊

Día de recuperación en Villanua. Escalada en Peñas Bajas


Tras la paliza del día anterior, a pesar de las ampollas en los talones de Luismi, queremos aprovechar la mañana y hacer algo. La intención era escalar en los Meses pero el calor que hace y que casi todas las paredes tienen sol hasta la tarde, sobre la marcha nos desviamos en Villanua.

Nada más pasar el pueblo, en pleno camino de Santiago, hay un puñado de vías. El coche se deja junto a la quesería. Lugar donde luego compraremos quesicos y cervezas artesanas. Las vías son cortas y de corte explosivo. Al murete le da la sombra hasta la tarde y, además hoy, corre el viento. La verdad es que estamos genial de temperatura para lo que cae hoy en el valle.
Ocas de la quesería
Empezamos calentando en A lo hecho techo, 6a+ que para su grado me parece durilla. También es cierto que estamos reventados y es el primer largo. Seguimos en Me la paso por los cojones, V+ con un aleje en la última chapa (aunque es muy fácil esa sección pero cuidado si se va justo en el grado…). Esta vía tiene mejor tacto y nos parece bastante chula.

Ya calientes nos metemos en la vecina Técnica endiablada, 6b+ que también es muy chula, con una entrada a bloque en las dos primeras cintas y, después, a aguantar en placa. En comparación con los 6a+ me parece más fácil. Ya para terminar (con 4 largos hoy nos vamos más que satisfechos) hacemos La gran escalera, 6a+ una vía con truco en el sentido de que cambia mucho el hacerla conociéndola o no.

Tras la compra de productos de la zona, nos vamos a la piscina en Jaca más que satisfechos con los dos días que hemos pasado pateando y escalando.
Equipo tablón!

Subida al pico Collarada, 2.834 m. por la vía Russell desde Canfranc y bajada por el ibón de Ip y la Besera


Luismi me llama el miércoles que se adelanta sus vacaciones y que sube con la furgo a Jaca, que si me apetece hacer algo… Dicho y hecho. Le digo que sí y que también tengo el plan perfecto para hacer el combo monte+escalada en el valle del Aragón.

Mientras se pone en marcha repaso el post de MEDIAK de Javier Arregui “jabondo” (padre de mi amigo Juan y, ambos, compañeros de monte) de su subida hace casi un par de años a la Collarada desde Canfranc siguiendo los pasos del gran Henry Russell que, en 1.976, ascendió a su cima desde Canfranc por este itinerario.

Tras quedar a las 06.00 para desayunar en casa nos vamos para Canfranc Pueblo desde donde comenzaremos a andar poco antes de las 07.00. Queremos evitar pasar calor a toda costa al menos en la parte de ascensión pero, sobre todo, tener margen en caso de perdernos ya que según he podido leer en el post anterior -y algún otro- mucha gente se pierde. Llevamos track y la ruta estudiada pero al ser un itinerario difícil y poco frecuentado, con apenas señalización en el tramo de salida del bosque… No es difícil perderse.

La primera parte discurre por camino cómodo, entre árboles, por un bosquecillo en el que se van dejando campos a los lados. En un momento dado, aparece un cartel en el que se indica el desvío a la Collarada y se indica con rotulador el itinerario “por la Vía Russell, muy difícil”. De seguir por la pista y no tomar el desvío se podría llegar al pico por el camino que haremos de regreso.

Nada más tomar el desvío el camino se empina un poco más. Se van alternando los tramos de camino señalizado con hitos y los que no lo están pero se intuyen. Vamos pasando del bosque a praderas alternativamente. En un momento dado perdemos la senda y trepamos por un muro descompuesto al entender que seguir recto es lo más lógico. Error, a pesar de llegar a un punto donde divisamos los dos paredones por donde habremos de pasar, no encontramos la forma de acceder a un lugar de paso. Llevamos un buen rato haciendo el jabalí y decidimos regresar al punto donde perdimos el rastro del camino y probar otra opción… Nos temíamos esto. Reviso el track y no debemos estar lejos de la pista correcta.

Decidimos seguir por un bosque de pinos cerrado en una pala muy empinada donde a pesar de no haber señalización alguna es la única opción lógica en el mapa. Tampoco hay otra opción aparte de darnos la vuelta y vamos bien de horario. El suelo que pisamos está lleno de piñas, tierra suelta, cortezas… Y dado que la pendiente es notable nos hemos de ayudar de las manos para poder progresar. Sólo de pensar en la posibilidad de volvernos sobre nuestros pasos me da una pereza… Buf!

Sin embargo, a punto de regresar ya, veo un tubo amarillo de pvc abrazando una de las ramas de un pino y, algo más alejado, otro. Intuyo que al no haber mucha piedra estable ni nada en lo que poder señalizar con pintura la vía, tiene que ser el marcaje de esta. Además, me suena que la ultra Canfranc-Canfranc pasa por allí y algo tiene que haber. Decidimos seguir por allí y empezamos a ver algún hito alternándose con los “salvadores” tubos amarillos… En un momento dado, volvemos a estar bloqueados ya que el último tubo e hito indican una cresta que termina (hasta donde vemos) en un barranco con una caída enorme.

Entendemos que, aunque implica bajar mucho, no hay otra posibilidad que bajar un barranco que en ese punto se abre. Por orientación y no entrañar dificultad alguna su terreno para descender, podría ser la continuación de la vía… Pero no, cuando llevamos unos metros descendidos, compruebo en el gps que nos estamos desviando del track. No nos podeos explicar dónde está la continuación de la ruta, ¿Se tratará de algún error del track , probable si el que lo colgó en wikiloc lo corrigiera al haberse perdido también..? Da lo mismo, decidimos volver a subir hasta la última señalización.

En este punto, cuando estábamos tanteando un posible paso entre árboles, matojos y bloques de piedra, oímos unos bastones y decidimos dar unas voces para ver por dónde va. Se trataba de un montañero vizcaíno, Jesús Mari, que estaba en las mismas que nosotros volviéndose loco con el track. Él ya está en un punto al que nosotros no nos habíamos atrevido a acceder porque implicaba una trepada algo expuesta pero nos dice que ha subido por ahí. En fin, decidimos no con mucho agrado seguir sus pasos. (*En este punto quiero subrayar que hay otro paso en el que se puede evitar lo que a continuación describiré ya que al hablar con Juan Arregui a nuestra vuelta, nos confirmó que ellos por allí no pasaron.) La trepada, aunque no llegará a IV es muy expuesta en su caída, de unos 5 metros sobre roca dudosa, pero con el barranco a continuación por lo que una caída podría ser fatal.

Ya en lo alto de la cresta, contemplamos las vistas de los lecherines y el castillo de Acher, desde el mirador reseñado en el post de jabondo y volvemos a ver hitos y el track confirma la ruta. Seguimos con nuestro nuevo compañero y el terreno empinado vuelve a hacer acto de presencia. Seguimos un rato más por bosque algo menos frondoso (la altitud se va notando) y después la rampa continúa por laderas de hierba y rocas sobre las que algunos torrentes de agua cruzan. Aquí ya empezamos a contemplar los pueblos de Canfranc y Castiello a lo lejos.

La vía sigue, siempre en ascenso, hasta unos muros de chimeneas y placas de caliza gris muy abrasiva. Luismi y yo elegimos una de estas rampas para ascender disfrutando de unas fáciles y confortables trepadas con agarres generosos y adherencia máxima. Disfrutamos como enanos y es que, los que somos escaladores… En lo alto, se abre una gran planicie de hierba que ya nos deja ver a lo lejos los campanales. Tras una parada para beber y comer algo, Jesús Mari decide adelantarse y, aunque no le perderemos de vista, llegaremos por separado a la cima.

Tras el falso llano por el que conseguimos llegar a los campanales, imponentes macizos escarpados que forman junto al pico el macizo de Collarada, comenzamos la aproximación por terreno más pedregoso a la pedrera del último tramo de la ascensión, común con el ascenso normal desde Villanúa. Afortunadamente, el Sol nos ha sido esquivo hasta el momento. Vamos reventados por el ritmo que hemos llevado y los esfuerzos malgastados en las equivocaciones del bosque, así que intentamos coger un ritmo soportable y no pararnos mucho. La niebla nos cubre y, aunque probablemente no podamos disfrutar de unas grandes vistas, mejor así en estos momentos de esfuerzo.




Antes de lo esperado, tras dejar la pedrera atrás y trepar algunos bloques, la cima aparece frente a nosotros. Lo primero que hago es cambiarme la camiseta empapada por otra seca y ponerme el cortavientos. Nos dejan sitio en el ventisquero y almorzamos y bebemos como si lleváramos días sin comer. En un momento dado, se hace un claro y aún podemos ver Jaca y alrededores, aunque no disfrutar de la panorámica que suele mostrar el lugar. Habrá que volver 😉


Tras el descanso, toca el regreso. Este lo haremos por el ibón de Ip y la Besera. Esta ruta, sí está perfectamente señalizada y es bastante evidente. Empezamos a descender a la par que continuamos rodeando el resto del macizo de Collarada. Primero por un zig-zag de sendero y, pronto por pedriza de nuevo. Paramos a contemplar la infinidad de fósiles que hay en las piedras de esta parte del camino. Una pasada. Al llegar a una “v” frente a una gran pala es cuando hay que continuar a la izquierda bajando por una pendiente aún más inclinada. En este tramo ya comienza a verse el gran ibón (hoy embalse) de Ip rodeado de grandes paredes que nos impresionan.


El camino hasta el ibón es largo. Este tramo se me hace eterno porque además de ser largo y saber por el mapa que nos queda algo más de la mitad de camino para llegar a la furgoneta, es muy incómodo y resbaladizo. En cualquier paso nos podemos caer y he de tener cuidado e ir concentrado para no apoyarme en el hombro.

Llegamos al ibón un buen rato después por su margen izquierda y como no tenemos agua, un poco más arriba, rellenamos las botellas de un salto de agua. Agua helada que nos sienta de maravilla. Llevábamos cada uno 3 litros y estamos secos… Comemos algo y nos sentamos un rato a ver los peces y alevines que nadan por las aguas del ibón. Una pareja sale de una tienda de campaña en la otra orilla. Al fondo del todo la presa…

Continuamos por ese lado hasta la presa. El paso expuesto que había ha sido recientemente (imagino que también con motivo de la ultra…) protegido con una sirga. Cruzamos la presa y, ya en la margen derecha, tomamos el camino de la Besera y no el de la Solana. Un cartel indica que hasta Canfranc hay 2,5 horas. Nosotros llegaremos en poco más hora y media. Alguno de los tramos, a pesar del cansancio, probablemente por las ganas de llegar y porque nos cansa más frenar en bajada que dejarnos llevar cuando el tramo así lo permite…, vamos corriendo.

El paisaje es precioso y nos sentimos intimidados por los muros, marmoleras, el barranco… Buitres sobrevuelan nuestras cabezas, un pájaro sale apresurado de su escondite al oír nuestros pasos cerca de su arbusto y nos asusta, cruzamos una zona plagada de saltamontes de todos los tamaños y colores hasta llegar a la zona de bosque.

Seguimos descendiendo entre pinos, abetos, avellanos y otros árboles hasta -por fín- llegar al cruce donde comienza la vía Russell. Sólo nos queda el último tramo donde la pérdida de altura y la retirada de las nubes hacen que pasemos todo el calor que, afortunadamente, no hemos pasado a lo largo de la jornada.


Poco menos después de nueve horas y media llegamos al coche. Sacamos unas sillas de la furgoneta y comemos lo que nos queda por las mochilas. También nos bajamos a meter las piernas al río y tomar una cerveza en el pueblo. Y colorín colorado este rollo ha terminado 😊

Vuelta a los Meses, vuelta a empezar.

Esta mañana había quedado con Eriko, del tablón, y que vive ahora en Jaca para ir a escalar por la mañana. Elegimos la escuela que por cercanía y vías merece más la pena en esta zona, los Meses.

A las 9 ya hace calor y el sector al que vamos no es que sea muy fresco. A pesar de estar alto (junto a la cueva de la paja en plena GR11 de Canfranc a Gabardito) le pega el Sol por la mañana. Pero bueno, Eriko quiere probar luego un 7b+ que tiene las cintas puestas y como tampoco hay más pretensiones por mi parte que probar controladamente mi hombro y ver sensaciones allá que vamos.

Tras la subida en la que rompemos a sudar y subimos pulsaciones, nos vamos a la parte de vías fáciles del sector cueva de la paja. Calentamos en Canfranero, V+ y bien. Voy de primero y la cabeza, como el hombro no me da problemas, va bien. Contento. Ya sólo por esto me ha compensado salir hoy. La vía tiene una parte final que aunque es muy fácil nos pareció muy chula.
Seguimos. Hacemos dos vías más a la derecha de esta Terapia de estrella, 6a que tiene un pasito en diedro de colocar bien pies y café con lIerde, 6a aunque también cortita y compartiendo reunión con la anterior tiene un pasete en fisura/placa divertido.
Cascada al final del sector

Nos movemos a la zona de la cueva. Ha venido Dani Fuertes que había quedado con Eriko y tiene por allí alguna vía pendiente y también alguna cosilla que equipar. Nos quedamos por allí y mientras descanso y Eriko prueba su proyecto y Dani aprovecha que estamos para escalar también, me pienso qué hacer. No quiero abusar con el hombro ya que es primer día, pero algo más sique querría hacer. Descarto un 6b de diedro (no bueno para hombro…) y me fio de Dani que me recomienda un 6c+ de movimientos netos. Es una placa desplomada de regletas de sikas y, aunque estoy fuera de forma, la monto y doy un pegue de primero, Devuélveme la vía que me la has roba, 6c+ y después le doy otro en polea para desmontar.


Yo me quedo más que satisfecho. Se hace la hora de comer que es cuando nos teníamos que volver a Jaca y Eriko también termina el segundo pegue a su vía. Nos despedimos de Dani que se queda un rato más y para casa.
Ese tablón!



Vértice de Anayet desde Formigal, 2.520 m.


Recién llegado al campo base de Jaca por vacaciones, de forma improvisada sale la oportunidad de empezar ya a hacer monte. Arancha, una compañera de oficina que anda por Biescas me dice que ha quedado con un amigo, Alberto, para hacer una “mañanera”. Son las diez de la noche, estoy perezoso aún, recién desembarcado, pero me apunto… Si me levanto sin ánimo siempre puedo avisarles y, como van dos, no les hago mucho desaguisado.

A las 8 de la mañana estoy en la plaza de Biescas, les recojo y ponemos rumbo a la estación de esquí de Formigal. El coche lo dejamos en el parking de sarrios. Allí, se toma una pista asfaltada (*que nosotros nos escaqueamos -secretito-) y se llega hasta los remontes donde se coge ya la GR11.
Arancha busca el agua tras salvar el primer desnivel del camino

La seguimos en dirección Oeste adentrándonos por el barranco que poco a poco nos va haciendo ganar altura. Durante el ascenso hasta casi los 2.000 metros, podemos ver ranas, marmotas, lagartos de diferentes colores… A pesar de no haber madrugado mucho y que el día está completamente despejado, que sudamos como pollos, podía haber sido peor. Gracias a la brisa que corre en algunos tramos nos refrescamos. Eso sí, toda el agua que llevo termina cayendo.

En apenas una hora hemos llegado a los ibones. Muy bien, la verdad. Así que, aunque los tres tenemos que estar en Biescas y Jaca, respectivamente, a la hora de comer decidimos tirar para arriba. Después de un breve descanso y las pertinentes fotos que, en un marco así son obligatorias, retomamos el camino.
Ibón de Anayet

Al llegar al collado dudo si subir sólo el pico Anayet o seguir con Arancha y Alberto al vértice. Yo ya he subido el vértice. Lo hice hace 3-4 años con mi amigo Andrés y, ya que estoy allí,… Dudo.

Finalmente, por motivos de horario prefiero ir juntos y, así, evitar demorarnos más de la cuenta por unos u otro, ya que el tiempo de subida desde allí a cualquiera de los dos objetivos es similar… Además, como la anterior vez (con nieve) que subí al vértice lo hice por la canal, tampoco voy a repetir itinerario.

El siguiente tramo es una pendiente mantenida por el mismo collado al que llegamos desde los ibones. Con la cumbre en todo momento a la vista es cuestión de coger el ritmo e ir superando la distancia que nos separa de ella.

En menos de dos horas alcanzamos la cumbre del Vértice de Anayet. Esta nos regala una amplia panorámica de picos y valles próximos y conocidos. Comemos algo, le pedimos a un gabacho que nos haga una foto cimera y comenzamos la vuelta. Lo haremos por el mismo camino que hemos seguido de subida.


Señalar que esta marcha es fácil, agradecida y muy bien señalizada. Merece la pena hacerla si aún no se ha realizado y es perfectamente compatible con niños, al menos hasta los ibones.