domingo, 2 de julio de 2017

Lizara stage julio 2017

La paciencia de algunas personas es infinita... En este caso la de Juan Novel.

Me proponía ir al monte con su hermano y Vincent este fin de semana. Lo que ocurre es que por trabajo ando últimamente hasta arriba, así que me debatía entre meter horas extra el fin de semana frente al ordenador o tener el valor de no mirar atrás, calzarme las botas y coger la mochila.

Queda todo un duro mes por delante y Carolina lo tenía claro. Eso me hizo decidir el viernes unirme a la expedición. Como este finde en el Piri el tiempo se preveía regulero, mirando los partes y repasando zonas, propuse ir a Lizara, lo más occidental del Pirineo Aragonés y, como llegábamos a la hora de comer allí, esquivar lo gordo del temporal. Además, yo conozco la zona y mis acompañantes no... Por lo que su motivación en conocerla, unido a que siempre estoy dispuesto a volver al valle que me vio nacer como montañero, hicieron el resto.
Tras volver chipiados de Mesola, tras la tormenta, llega la calma...

Llegamos a Lizara a la hora de comer. Eso hicimos. Dejamos las cosas en la habitación que nos dieron en el refugio y tras un café les propuse, pese a que llovía a cantaros y ya que querían hacer "rodaje", subir hasta el collado del bozo y según viéramos allí hasta el pico Mesola, incluso hasta punta Napazal. 
Entusiasmo a raudales pasado por agua... Y viento, mucho viento.


Pese al vendaval y la lluvia llegamos rápido hasta el collado. Aún tuvimos suerte y entre los claros que se abrían pudimos observar la belleza del valle vecino y las faldas del Aspe. Continuamos con mucho frío y no disfrutando del todo hasta Mesola. Allí decidimos emprender el regreso y aprovechar para descansar en el refugio de cara al día siguiente. Yo apenas podía mover las manos y no tenía sensibilidad alguna... Chipiados dejamos las cosas tendidas, nos duchamos y salimos a ver el arcoiris. A Chema le inspira el momento y junto a su cigarro de liar, saca un ukele del coche y nos convertimos en los hipijos del refu tocando fito, celtas cortos y otros clásicos. Pasamos a las cervezas y de allí a la cena. Ahí no termina la jornada, si no que para terminar de planificar la ruta del día siguiente, decidimos celebrar el cumpleaños de Vincent pidiendo unos patxaranes caseros. ¡Alegría! 
 El chef de la expedición poniendo algo de sustancia a la bebida

Nos vamos al sobre entre risas y escuchando silbar el viento... No tengo claro que mañana podamos pasar del collado del Foratón, máxime cuando al decirle la hora que queríamos desayunar a la refugera nos mira sorprendida y dice que hará mucho frío. Bueno, se verá.

Dormimos de lujo (el refugio está espectacular y la atención sobresaliente) y nos levantamos con energía. Tras recoger todo y desempanarnos, nos bajamos a desayunar con todos los trastos. Pagamos la cuenta y encafeinados, salimos los primeros a encarar las rampas que parten del refugio hacía Bisaurín.

Dejamos a la derecha el desvío hacia Bernera (Estanés) por donde volveremos luego y en hora y cuarto estamos comiendo algo ya en el Foratón. Vamos muyyyy bien y el viento, fuerte, es menos de lo esperado. Parece que tendremos éxito. Subimos hasta las planas que hay camino de la pedriza de Bisaurín y sin más preámbulos nos encontramos trepando entre columnas y pedruscos. Sin duda, el tramo más pesado por el extra de tener que ir con cuidado de no tirar piedras a los que nos siguen y lo incómodo de progresar en un terreno más inestable.

Superada la pedriza, enfilamos la senda que nos va conduciendo por la arista hasta la cima del Bisaurín. No son ni las once. Almorzamos, de nuevo. Unos paisanos de Zaragoza, el "comando garnacha", nos ofrece vino de su bota y compartimos la satisfacción de la cima y la belleza de las vistas. El día era idóneo para admirar los principales picos con el adorno de un mar de nubes bajo ellos. Nos quedamos mudos...

Cuando llega el momento de comenzar la vuelta, Vincent saca de nuevo su propuesta de ayer noche. Hacerlo por la cara norte. El problema es que ninguno de nosotros conocemos el camino. Tras preguntar a los que van llegando a la cumbre siguiendo nuestros pasos, vemos a lo lejos tres montañeros que llegan por la cara norte. Vamos hacia ellos y sus indicaciones, especialmente acerca de los dos pasos por neveros que hay nos tranquilizan y animan a intentarlo.

Lizara -> Foratón -> Bisaurín -> Bernera -> Lizara
Remojando la garganta tras hacer cima :)

Vamos cruzándonos con gente y, en cierto modo, compadenciéndonos de todos ellos por lo que les queda por delante y lo "pino" del camino. Vamos pasando las distintas referencias, siempre siguiendo los hitos. En un recodo del camino con unas vistas del Midi D'Ossau únicas donde no soplaba tanto el viento, aprovechamos para celebrar (el Padre Vincent) Misa montañera. Un momento perfecto para agradecer la jornada que estamos disfrutando. Tras la misma, continuamos bajando hasta llegar a un largo nevero que decidimos esquiar. Si, si... nos deslizamos sobre nuestras botas y ayudamos de los bastones hasta donde ya no se puede seguir de esa manera.
... Sin palabras

Tras una bajada pronunciada de escalones de tierra, donde perturbamos el descanso de un rebaño de reses, y atravesar una zona de grandes bloques de rocas nos plantamos en el circo de Bernera ya en la senda de la GR11. Allí hacemos la última comida del día y aprovechamos para poner nuestras piernas a remojo. Nos descalzamos y remangamos para descansar las articulaciones en las aguas del deshielo. Bueno, Chema está tan a gusto que decide darse un chapuzón... Bueno, la verdad es que resbala y cae sentado. Juan le tiene que dejar ropa para que pueda continuar... Jajajajjaj! 
Dejamos atrás este espectacular paraje por donde hemos bajado. 
Al fondo, arriba a la izquierda el macizo de Bisaurín.

Ya en terreno más conocido, comenzamos la bajada que en dos horas nos llevará hasta el coche. Pasamos por lugares de gran significado para mi; el iglú, el mapa de España... Que tantas veces han visto mis botas pasar. A eso de las tres y media estamos de nuevo en Lizara. Rápidamente nos cambiamos, recogemos las cosas y nos ponemos en ruta. Sin parar para estar en casa a media tarde. Cansados pero muy contentos, satisfechos y agradecidos por la doble jornada montañera que hemos tenido la oportunidad de compartir. Seguro que hay más..!