jueves, 12 de marzo de 2009

Moncayo 2.316 m. (24 de Enero y 21 de Febrero de 2.009)

Dos intentos me costó subir el Moncayo en invierno este año. Después de cada uno de ellos, desgraciadamente, tres personas resultaron muertas y una más herida. No es tan fácil subirlo en invierno, como piensa la gente. Sobre todo por ignorancia o inconsciencia, muchos, se aventuran (mal equipados aveces, sin material de seguridad o poco abrigo) por sus faldas sin ser conscientes de que pueden verse sorprendidos por un alud o romperse la placa que en esos momentos pisan, resbalar y precipitarse al vacío o desorientarse por la niebla y caer por uno de los precipicios que salpican sus palas.

Cartel que advertía de los que nos íbamos a encontrar
Sin embargo y lejos de ser atraídos desde su cima por el morbo que estos sucesos lamentáblemente despiertan en muchos curiosos que podías encontrarte por el camino, más pendientes de ver por dónde calló aquel o ese otro, que por la belleza del lugar y lo insignificante que uno se siente frente a semejante escenario, sentir que nunca uno es dueño de si mismo y que ya sea en la montaña, en un viaje por carretera o en la silla de un despacho agobiado por el marrón de turno, podemos dejar este lugar y pasar a la historia... cogemos nuestras mochilas y cargamos no sólo con lo que solemos llevar dentro de ellas.
Panorámica de los Pirineos y valle del Ebro desde un claro del bosque
Volviendo por el bosque tras el primer intento, empezaba a nevar
La vía que elegimos esta vez, es la que parte directa desde el circo de San Miguel, (no el de San Guadosio que es por el que subí en el 2.005) subiendo directos por la pala hasta la cima, llamado "el cucharón".
En el circo de San Miguel, tras decidir darnos la vuelta
Roy, el perro de los dos que se nos unieron en el frustrado intento
El primer intento fue un hasta la próxima. Ese día no se dejó subir más alla del principio de la pala. El viento era fortísimo. Al ir llegando en coche al parking de antes del Santuario, la cantidad de árboles arrancados era grande, algunos evitaron poder continuar y empezamos a andar más abajo de lo habitual. Los molinos de viento que rodean la zona, estaban parados por seguridad (esto ocurre cuando el viento supera los 80 km/h) y las nubes lo cubrían. Más tarde nos nevó de bajada.
Al pasar por el bosque los árboles se movían como si fueran de goma. Pasado este, nada nos protegía y la cima se veía imposible. El viento arrancaba remolinos de nieve desde la cima hacia el cielo. En un momento dado, yo iba detrás de Enrique y al darse la vuelta tuvo que buscarme. El viento me había desplazado horizontalmente unso metros hasta que pude agarrarme a una roca. Literalmente volé y vimos claro que, mejor, volvernos.
Pasadas cuatro semanas, lo volvimos a intentar. Esta vez, las previsiones de tiempo eran mejores, había que aprovechar el anticiclón que nos visitaba por la zona. Nos acompañó Iganacio y elegimos el mismo recorrido.
Al principio del Cucharón con el Pirineo al fondo
En poco más de dos horas desde el bosque, completamos la distancia que nos separaba hasta la cima. Subimos ayudados de bastones y piolets, siempre con los crampones y sin encordarnos, para evitar males mayores en caso de resbalar y arrastrar a algún compañero.

Acercándome a la cima
Superamos la última pala de nieve que estaba estable y no presentaba ningún peligro para alcanzar la última parte del collado que lleva hasta la cima. Ya allí, el viento, solplaba con fuerza y no pudimos quedarnos mucho tiempo, a pesar de ser un día soleado.

Superando la última pala antes de la cima

Tras llegar a lo alto, feliz y satisfecho

Comimos de bajada en el circo y al coche. LLegué a tiempo para el partido que teníamos a las cuatro y media y, después, claro, estaba destrozado, pero aún me tomé unas cañas con Antonio para completar un día de redondo...

Ignacio, Kike y yo en la cima

Foto cimera

Bisaurín 2.669 m. (12 de Julio de 2.008)

Otra vez llega el verano, otra vez me subo a Jaca... pero antes vuelvo a coger el coche con Ramón y al campamento un fin de semana que nos vamos con la idea de subir a desintoxicarme de tanta ciudad y despejar la cabeza.

La peña con vacas a sus pies

No voy a contaros mucho, que es lo de siempre: calor de viernes a las cuatro de la tarde en Julio por Zaragoza, autovía, carretera, bajamos las ventanillas al entrar al valle para oler el aire fresco y especial de la zona... Ya estamos en el campamento.

Saludamos, contamos cómo nos va todo, por allí, todo sigue igual, los de siempre, los chavales, alguna casa de madera más... Cenamos, un patxaran, debate con Aitor, Santi Barruso, Mon y, como no, Miguel Ángel... Yo me retiro al saco prudentemente. Mon, se desapunta y se deja abrazar por esas veladas de campamentos que terminan con el silbato del jefe de día antes de lo deseado, cuando apenas acababas de echarte a dormir...

Primeras rampas de la pedriza

Un paso más estrecho en la pedriza

A las siete de la mañana me planto solo en lizara, se cruza un zorro por la carretera al subir, unas vacas junto al refugio, sólo veo un pastor ya en el fotatón que me dice va a llover y vaya con cuidado. Subo, subo y subo un poco más hasta pasar la pesada pedriza y no se ve la cumbre por las nubes. Me pienso volverme antes de llegar. Nunca había subido ningún monte sólo y, reconozco, me da respeto. Pero bueno, conozco bien el camino y veo a lo lejos que sube más gente. No estará tan mal, pienso, y casi corriendo para volverme cuanto antes toco la cruz de la cima, foto y para abajo que además ha empezado a llover (cuanto saben los pastores) y no quiero patinar como un idiota al bajar la pedriza.

LLegando a la cima

Un poco doblado, la verdad, ya en la cumbre

 
Un poco antes de las diez ya estoy en el coche. Me cambio, me relajo un rato comiendo algo y viendo llover. Al llegar al campamento, estaban con las consignas y trabajos, así que me meto un poquico al saco... Qué gozada! Después algunos al verme salir, pensaban que no había subido porque allí no había dejado de llover todo el rato y era pronto. Una experiencia eso de subir solo...

Ibón de Acherito 1.875 m. (30 de Abril de 2.008)

De puente, con la cuadrilla en Jaca, tiempo de primavera total, ganas de movernos... Al monte, pues!

¿Dónde? Esta vez cambiamos de valle y nos vamos al de Hecho, dejamos los coches por el refugio de Gabardito atestado de gente, normal... Y empezamos a andar por una pista forestal que nos adentrará en el recorrido hacia el Ibón más occidental del Pirineo, rodeado de montes majestuosos (el principal, el Castillo d'Acher con 2.390 m.) como si partes de una corona se tratasen, el ibón de Acherito.

Juan y Félix charlando con lo andado a sus pies

Seguimos la senda que gana altura rápidamente dirección noroeste sobre las primeras rampas del macizo que soporta el circo donde se encuentra el ibón. Las vistas del valle cada vez son más amplias y conforme subimos, podemos contemplar más y más picos hasta que llegamos a la mitad del camino, a una meseta y la vista dominante es casi completa.

Vistas del valle y sus picos

Con Juan justo antes de llegar al ibón

Seguimos caminando, ya en llano, un buen trozo hasta tener que remontar una última ladera que nos dejó en las orillas del ibón, todavía cubierto de nieve. Allí tomamos el Sol, admiramos las vistas, disfrutamos de unas risas entre amigos y decidimos el menú de la cena de la noche. El día de antes, habíamos cenado en el vegetariano que hay en las Tiesas Altas, por la carretera que lleva hasta el valle de Aisa.
Aquí estoy yo al llegar al ibón

miércoles, 11 de marzo de 2009

Valle de los Sarrios e Ibones Viejo y de Estanés 1.754 m. (13 de Julio de 2.007)

El trece de Julio de ese año, salía picando rueda con el coche a las tres de la tarde de la empresa escuchando a Piratas en el cd y tocando el claxon. No era para menos, ¡Empezaban mis vacaciones! Y qué mejor forma de hacerlo, que subiéndome a dormir al ibón de Estanés. A olvidar los jaleos del curro, desconectar de la ciudad, descansar, hacer algo de ejercicio, volver a esos rincones que adornaron los veranos de mi infancia...

Aquí estoy en mitad del valle de los Sarrios

A las cuatro, recogiendo a un par de chavales que subían al campamento, unas gorras y pañoletas (muy típica, la de Ánade, cualquiera que haya estado en los campamentos, lo sabe...) quedamos JJ, Santi, Mon y yo para subir. Qué decir que, como siempre en Zaragoza, llovía fuego del cielo...

A media tarde nos plantamos con algo de prisa, la verdad, en el campamento de Ánade, avisando que no dormiríamos allí hasta el sábado y que nos marchábamos ya a Lizara para empezar a caminar cuanto antes. Aparcamos en el refugio, donde termina la carretera y empiezan tantas historias... Eran las siete de la tarde de uno de esos días largos y de mucha luz.
La tarde caía a la par que avanzábamos por el valle
La "V"

JJ se quedó en el campamento, así que Mon, Santi y yo empezamos a darle y a sudar. Sólo paramos un par de veces, la verdad es que parecía que nos perseguía alguien. En silencio, disfrutando del paisaje, de los cambios de luz, intercambiando miradas con el sarrio guia que nos siguió los dos días, observando los tritones que en los remansos del deshielo nadaban, oliendo el dulzor de la hierba que el calor del día exprimía, llenéndonos los pulmones de aire y más aire, de ese que hay días que te falta y no sabes dónde encontrar. Allí estaba.

Nuestro amigo el sarrio

LLegamos al circo de Bernera, atravesando el camino que custodian Bisaurín y Peña Mediódía ganando la altura necesaria para dejar atrás el comienzo del valle de Aragüés. Luego continuamos por el valle de los sarrios llaneando hasta la "V" donde tomamos el camino de la izquierda y que te deja sobre el Ibón.

Con Santi en el circo de Bernera
Atardece en el Pirineo
Todavía no eran ni las diez de la noche y algo de luz nos permitió montar la tienda sin problemas. Quizás un poco pequeña para tres maromos como nosotros, ¿Verdad Ramón? Estuvimos hablando de lo humano y de lo divino, abrigados, viendo cómo las aguas del Ibón se convertían en un segundo cielo estrellado, aún más bonito que el de arriba. Cenamos, nos acomodamos y me quedé dormido ocho horas, como no lo hago en Zaragoza, cosas que pasan.
Ramón antes de bajar al ibón

El ibón por la mañana
Recogiendo las cosas

El espejo del ibón

En la pradera del campamento, al volver
A la mañana siguiente, poca historia. En cuanto a novedad se refiere, claro. Otro día magnífico, que me permitió pegarme un baño en el Ibón Viejo a la vuelta. Desayunamos, recogimos todo sin dejar rastro y con nuestro amigo el sarrio emprendimos el regreso.

Esa tarde ya en el campamento, llovió a mares, hasta el domingo... Alguien nos reservó 24 horas para empezar bien mis vacaciones. Pasamos el día en el campamento, echando una mano y disfrutando del Pirineo antes de volver a Zaragoza, autobús a la playa y una semana después para Jaca...

Pico Ferrez 2.880 m. (15 de Marzo de 2.007)

Bueno, se me había pasado la subida al Moncayo... Por eso aparece después del 2.006, a pesar de haber sido a finales del 2.005, sin más...
El Ferrez, es uno de los picos que rodean la localidad de Sallent de Gállego. No llega a ser un tres mil, pero le queda poco. Una de las mayores dificultades que encontramos al afrontarlo fue la gran cantidad de nieve que acumulaba el camino hasta la cima.

Saliendo del bosque con Sallent al fondo
Subimos unos nueve en furgoneta desde Zaragoza; amigos del futbol, campamentos... Al final sólo cuatro subiríamos el último tramo. El más duro, por la nieve y el cansancio acumulado del día entero hundiéndonos hasta al cintura, ya que nadie llevábamos raquetas ni tablas.

Buena parte del recorrido era de estas características...
 Aparcamos a primera hora en la plaza de la escuela de Sallent, nos preparamos las mochilas, comimos algo y desde allí mismo, cogiendo unos caminos que llevan a los campos de los alrededores del pueblo, comenzamos a subir la primera loma que nos iba dejando el pueblo a los pies.

Más tarde, rodeados de árboles y bosque a través, fuimos remontando loma tras loma, hasta alcanzar los primeros claros desde donde podíamos ver los picos de alrededor y el pantano. Nada más desaparecer los árboles, la nieve apareció. Había un buen paquete ,y a pesar de las nubes y el viento, al ser la temperatura alta y las fechas por las que nos movíamos, cada paso que dábamos, nos hundíamos.

Enrique avanza mientras el grupo empieza a estirarse

Seguimos por unas aristas que nos dejaban algo expuestos por nuestro lado derecho, pero que nos evitaban un camino con más obstáculos como piedras, arbustos, escalones... Eso si, sudamos de lo lindo, ya que cada paso era hundirte hasta la rodilla.
Andrés dándose un respiro

Las vistas eran impresionantes, aunque las fotos no hagan honor...
Depués de enlazar una arista con otra, apareció una primera pala que llevaba a lo que en un principio pensábamos era la cumbre del Ferrez. El viento era bastante fuerte y el cansancio pasaba factura. Cinco del grupo, al llegar más retrasados que el resto a ese punto, decidieron esperar que volviéramos de la cima para llegar juntos al coche.

Reponiendo fuerzas antes del último tramo

Enlazamos la primera de las cimas con la segunda bajando primero y subiendo después por una divisoria de vertientes con unas vistas realmente bonitas. Ya desde donde esperaban nuestros compañeros, podían verse la estación de esquí de Formigal, el Midi-D'Ossau, el pantano, el Garmo Negro... En la cima, nos encontramos con un par de esquiadores que subían desde otra parte del pueblo por una pala más prolongada pero con menos pendiente que luego bajaron esquiando.

Llegando a la cima

Un pico no muy conocido, pero con una ruta fácil de seguir (todo recto, jejeje) y una belleza impresionante. Además, para los amantes del esquí de travesía puede ser una actividad interesante.

lunes, 9 de marzo de 2009

Moncayo 2.316 m. (18 de Diciembre de 2.005)

Para terminar el año 2.005 y comenzar a hacer algo más en la montaña en invierno que esquiar, junto con un par de conocidos scouts y otro amigos, nos fuimos a subir el Moncayo.

Como ya sabreis este monte es el más alto de Zaragoza. Muy expuesto al viento, ya que es el único relieve del valle del Ebro que hay en muchos kilómetro a la redonda. Por eso también, las precipitaciones en forma de nieve son frecuentes en invierno, ya que hace de barrera paran las nubes que llegan del Cantábrico y chocan en él. Es frecuente que lo azoten vientos de más de 80 km/h. y las nieblas lo cubran en un abrir y cerrar de ojos por lo que desorientarse y equivocarse de camino es frecuente si no se va con gps y se conoce la zona. Por último, recordar que las temperaturas son muy bajas y el hielo en cualquiera de los itinerarios que llevan desde el Santuario, donde se puede aparacar, hasta su cima, está a laorden del día.

En un principio, iba a subirme la tabla para bajarlo esquiando, pero dado el viento y el frío que había hecho y hacía esa semana, decidí dejarla abajo. Un acierto. La nieve estaba ventadísima. Para llegar hasta el parking de antes del Santuario, tuvimos que poner las cadenas al coche de Pedro.

Foto de equipo antes de dividirnos

La ruta que seguimos fue la conocida como normal aragonesa, que dejando el circo de San Miguel a la derecha, zig-zaguea hasta el collado de Bellido, donde se avanza por una cresta muy expuesta al viento hasta la cima principal.

La ruta que tomamos para alcanzar la arista hasta la cumbre
En un principio íbamos un grupo parecido en número y personas al de Bisaurín hacía poco más de un año, pero como sólo cuatro teníamos material de seguridad, el resto decidió dar la vuelta al poco de salir del bosque y llegar al principio de las palas que llevaban a la cumbre.

Subiendo hacia el collado de Bellido

LLegando al collado

El día, aunque frío, se mantuvo despejado a pesar de la niebla a primera hora y tampoco el cierzo fue tan fuerte como esperábamos. Por eso, llegamos, un poco tarde, pero sin dificultad hasta la cumbre sin mayores problemas Carlos, Termita, Pedro y yo.

LLegando a la cumbre con el suelo helado

En la cima rodeada de nieve y hielo

A la bajada, a Carlos se le rompió un crampón, por lo que llegamos al refugio bastante tarde al tener que bajarlo con cuidado, asegurándolo entre los tres ayudándonos de los bastones y del ángel de la guarda.

Termita, Pedro, Carlos y yo con el Pirineo al fondo

 
Una cumbre muy bonita y agradecida, aunque en invierno similar en dificultad a un tres mil del Pirineo.

Collado del Bozo 2.088 m., Petrito 2.118 m. y Mesola 2.177 m. (11 Octubre de 2.006)

Otra incursión desde Jaca, con los Arregui, los Fuente, Iñigo y Juan. Esta vez en otoño desde el valle de Aisa, en vez desde Lizara por donde había subido hasta el Bozo con los pequeños del campamento hace unos años.

Iñigo y Juan comenzando el camino
LLegamos hasta el comienzo del valle por la carretera que pasa por las Tiesas y se adentra en el valle y que otras veces recorrimos en bici, o en coche para ir a cenar al vegetariano. Dejamos los coches cuando empezaba un día perfecto, sin frío ni calor, despejado y con las primeras nieves adornando la cumbre del Aspe (2.645 m.), pico que domina el valle, el sombrero...

Los picos y sus paredes dominando el valle

Iñigo esperando al resto
Subimos por el tubo que va desde el fondo del valle hasta el collado del Bozo, haciendo cetas por las rampas del mismo bajo e Sol ya al final de ellas. Por el camino, para nuestra alegría, fuimos encontrando gran cantidad de setas, sobre todo de champiñones silvestres. Enormes. Comenzamos a coger varios de ellos, con idea de cenárnos los por la noche en mi casa todos juntos.

Subiendo de Petrito a Mesola
LLegamos al Bozo. Después subimos un poco más hasta Petrito mejorando las vistas del valle de Aragüés (Bisaurín, Bernera...) que desde el collado alcanzábamos, además del valle de Aisa, desde donde veníamos. Luego, llegamos hasta el pico Mesola, donde con los prismáticos pudimos ver el vuelo de varias aves. Almorzamos, disfrutamos y comenzamos el descenso, esta vez, por la cresta que iba desde Mesola hasta el comienzo del valle, cogiendo más abajo una garganta paralela a la que encaramos al subir.

Juan, Iñigo y yo con Secús, Bisaurín y Bernera al fondo
Hacia el valle de Aísa
El premio a manos de Iñigo, nuestro chef
Por suerte, por ese lado, tambien abundaban las setas...