viernes, 12 de febrero de 2010

Sölden - Skigebiet (1.377 m. - 3.250 m.), del 13 al 20 de Febrero de 2.010. EL VIAJE

ola! Ya estamos de vuelta. El viaje ha sido irrepetible. Una auténtica gozada, todo ha salido a pedir de boca. Salimos el viernes a las 22.00 de Zaragoza para dormir en un hotel a pie de autopista antes de pasar la frontera, en la Jonquera. De esta forma, nos quitamos algunos kilómetros; 400. Por la mañana, después de 5 horas de maldormir, comprobamos aceite, anticongelante y ruedas, y con el frío de la mañana nos adentramos en Francia. A la altura de Lyon, nos encontramos con atascos. Seguramente los gabachos que van a esquiar a la zona de Grenoble. No paramos hasta después de Chambéry donde también encontramos el tráfico espeso. Tomamos un café, picamos algo, echamos gasolina y con 1.000 km. hechos ya no pararemos hasta antes de cruzar la frontera con Austria, cuando nos queden 200 km. para tomar otro cafecillo y llenar el tanque de la gasolina. Llegamos a Sölden a las 20.00 y, aunque ya es de noche, las vistas se intuyen espectaculares. La noche es clara y la temperatura de -15º, fruto del anticiclón que hasta final de semana nos acompañó.
Vistas al salir de la casa por la mañana y al volver de esquiar

Después de aparcar los coches, nos instalamos en la pensión "Alt Kaisers" que será nuestro hogar durante toda la semana. El sitio se halla a la entrada de Sölden. Somos 10 personas y alquilamos dos apartamentos con cocina y baño de 6 y 4 personas. La casa es preciosa y se encuentra a 200 m. de la parada del autobús que cada 15 minutos pasa y te lleva hasta las pistas. Además, tiene un cuarto para guardar el material con calefactores para botas, una sauna y un comedor por si no apetece cocinar. De lujo, vamos. Dejamos el resto de material y subimos a tomarnos unas cervezas, preparamos la cena y después de unos patxaranes de bienvenida y las pertinentes presentaciones, a la cama. Antes, Iñaki, encargó como todos los días, pan recién hecho a la casera para bocadillos, desayuno y lo que hiciera falta.
             
                        
Por la mañana, nos levantamos a las 07.30 para después de prepararnos los bocatas y las mochilas, estar en pistas a las 09.00. Al llegar a la estación, tenemos dos opciones. La primera, que se trata de coger el huevo más próximo a nuestra casa, nos deja en una zona más animada. Con poca altura, pero nieve igual de buena donde convergen un montón de pistas tremendamente anchas, un snowpark y pudiendo bajar esquiando al final de la jornada hasta la misma carretera del pueblo. La segunda opción es coger otro huevo más adelante que enlaza con un segundo y nos deja a pie de la zona de glaciares o "Big3". Desde allí, que fue donde más nos movimos, se pueden coger distintas sillas y huevos que unen los tres glaciares que esta estación en el valle de Ötztal, tiene. Estas área glaciares, además permiten la práctia del esquí, no solo en temporada, sino también el resto del año. Un privilegio.
                                           Nieve, nieve, nieve, nieve, nieve...

Este primer día, compramos cinco de nosotros: Miguel, Iván, Iñaki, Ángela y yo,  un abono de 6 días con seguro y todo, más barato que cualquier forfait de cualquier resort en España. Mucho deberían aprender en todos los sentidos los responsables en España de la gestión de este tipo de instalaciones, que a veces, hasta se te quitan las ganas de subir al Pirineo...  La nieve que encontramos estos días es espectacular con espesores de 2 metros y calidad polvo. Ninguno de nosotros nos lesionamos o accidentamos y, eso que probamos a base de bien "el powder" que rodeaba las pistas y alguno con sus moratones en brazos y piernas, puede atestiguar que también hubo saltos e intento de los mismos. El tiempo fue increibemente bueno. A pesar del frío, el Sol no nos abandonó hasta el último día y, el teórico día de descanso que nos íbamos a tomar, pasó de largo sin tocar las pistas de Sölden.
                                Fotos de grupo

Las únicas bajas temporales que hubo fueron debidas a la copiosa cena austriaca de la que disfrutamos el martes y nos sentó mal a algunos de los comensales, seguramente por la salsa de uno de los platos. Sin embargo pude esquiar todos los días y recuperarme la tarde del día siguiente en un maravilloso spa que hay en el pueblo vecino de Längelfend, el "Aqua Dome". Por tan sólo 16€ pudimos pasar 3 horas a remojo en aguas termales por un circuito interior y exterior de piscinas y jacuzzies rodeado de montañas nevadas y unos bosques maravilosos.
                                El "Aprés-ski"

Otro de los atractivos de esta estación es el "aprés-ski". Todas las pistas, conforme van cerrando las sillas y te obligan a bajar del paraíso blanco, convergen cerca el pueblo en unos bares al aire libre donde todos los esquiadores dejan a un lado sus tablas y cogen las cervezas hasta que el hambre obliga a marchar para casa y a dormir para estar listo a la mañana siguiente. El ambientazo es brutal y los "flying hirsch" van que vuelan, hasta el punto de terminar de bajar las pistas de esta guisa:


                                Desde el mirador a 3.200 m.

Todos estos días, nos dejaron un recuerdo imborrable que podeis ver reflejado en las distintas fotos. Otras muchas fotos, podeis verlas, pinchando aquí. Sólo el útimo día el tiempo cambió y apenas pudimos esquiar, la temperatura subió a -1,5º/+3º y empezó a nevar. Sin embargo, pudimos volver en coche sin demasiados problemas, quitando los atascos en Suiza y algún control de velocidad que nos cazó en Austria. Aún así, llegamos cansados de tanto coche y, otro año, nos platearemos de primera opción volar hasta Stuttgart o Innsbruck.
                                             La última bajada

Ojala podamos repetir este viaje el próximo año que, por la gente, el lugar, el tiempo y la actividad ha sido impresionante. 

viernes, 5 de febrero de 2010

Raquetas por Candanchú, 5 de febrero de 2.010

A punto de hacer la maleta para Sölden, me cogí fiesta el viernes para hacer algo de ejercicio y no llegar demasiado frío a lo que va a ser la actividad estrella de este curso.

Además, tenía ganas de estrenar unas raquetas que los colegas me regalaron ya casi hace un año (no tengo vergüenza...). Así que esta mañana, con algo de más suerte que ayer, que no paró de llover/nevar en todo el día, he aparcado a primera hora el coche en el parking de la estación.
Contraluz con las pistas de Candanchú abajo
Vistas hacia Astún

Me he colocado las raquetas con las botas de snow, cogido los bastones y echado la tabla a la espalda y, ala, a sudar se ha dicho. Nubes y claros, pero bastante buena la temperatura, -3º. Eso si, algo de viento que conforme ganaba altura, se hacía más molesto y arrastraba nieve sobre la cara.

He salido desde la taquilla de los forfaits, pasado la caseta de las pistas de esquí de fondo y desviado hacia la derecha, dirección noroeste, hacia Francia. A partir del último remonte de la zona de debutantes (pista grande) he comenzado la subida. Se notaba la nevada de la noche anterior, bueno, y de los últimos días, porque me hundía bastante y cada paso me costaba lo suyo. Una vez alcanzado un pequeño collado desde donde se dominaba toda la estación, he llaneado un poco más para disfrutar de las vistas que la vertiente francesa, con más árboles ofrecía. Después he continuado por la cresta subiendo  y bajando hasta volver a la zona de pista grande. Allí, ya me he quitado las raquetas, desayunado tranquilamente y puesto la tabla para bajar hasta las pistas.

Casi no recordaba lo que era esquiar fuera de las pistas. Sin pararme a pensar, me he lanzado y me he ido al suelo a las primeras de cambio. Tragado el orgullo e incorporado de nuevo, ya he bajado más dignamente, dominando la tabla haciendo que la parte delantera mirara al cielo, en vez de al suelo y evitando así que me hundiera y frenara de nuevo, marcando los giros con pequeños saltos...

Huellas de la subida al collado, Candanchú al fondo
Ya en la zona de pista grande, cambio de chip y mucho más relajado he aprovechado y estrenado la pista hoy! jejejje! Y sin tener que pagar forfait, un gusto. Era buena hora me he cambiado en el coche y para Zaragoza, que la comida de mamá esperaba. En esos momentos, el día se empezaba a poner más feo y, ya en Canfranc Estación, comenzaba a nevar.