viernes, 11 de agosto de 2023

Pico Anayet por Canal Roya con vivac en los ibones

El pasado miércoles nos juntamos ocho amigos de la cuadrilla de la urbanización Los Ríos de Jaca; Juan, Laura, Pablo, Alicia, Ander, Ane, Gorka y yo para hacer una travesía por Canal Roya hasta los Ibones de Anayet, pasar la noche allí y subir al día siguiente el pico antes de volver.


Las previsiones eran de mucho calor pero también de cielos despejados y una noche amable para dormir al raso aunque subimos con un par de tiendas de campaña donde cabían 4 personas... A la postre, subir estas dos tiendas nos libraron de una buena.



Comenzamos a caminar con bastante calor a eso de las cuatro de la tarde. Dejamos los coches en el parking de l'Anglasse poco antes de llegar a Candachú donde se toma la GR11. Esta se bifurca al poco de comenzar a andar con el camino de Santiago, ignoramos ese desvío y continuamos por el camino principal por un sendero que, afortundamente, discurre entre pinos en su primera parte. Llegamos a la fuente de los cerezos a unos 1.600m. Nos refrescamos y hacemos una foto de grupo antes de continuar por el barranco que sigue el curso del río.


En esta parte ya nos da el Sol de lleno, aunque la suave brisa nos da tregua en uno de los días más caluroso del verano. Pasamos por unas pozas que cruzamos por un puente a la media hora de iniciar la andada y en algo más de una hora llegamos a un pequeño refugio donde nos encontramos con una pareja que regresa de los ibones y nos advierte de la cantidad de gente que hay allí y alguna otra cosilla.



Vamos tranquilos, disfrutando del paisaje y aprovechando para tomar algunas fotos de los diferentes picos, aprender de geología de la mano de Pablo, reirnos con los comentarios de Gorka y alucinar con la logística de las hermanas Sanz Cenís (ni los sherpas del himalaya son capaces de portear tanto peso).



En unas tres horas llegamos a la rinconada y tenemos la suerte de encontrarnos los últimos 300 metros de desnivel que acumula el muro que, dejando a su derecha el pico, nos situará frente a los ibones. Vamos haciendo pausas y nos reagrupamos todos antes de llegar al lugar donde dormiremos. Todavía queda algo más de una hora de luz y aprovechamos para montar las tiendas, preparar la cena y cambiarnos de ropa. Cenamos de lujo y vamos sacando los sacos y extendiéndolos sobre las esterillas para ver las estrellas.



Pero el cielo se cubre y el viento se levanta. Chispea y aunque no cuadra con la previsión tampoco nos preocupa excesivamente. Somos optimistas, Juan comenta que las tormentas locales, derivadas de las nubes de evolución en días de calor así son imposibles de predecir pero que no debería durar mucho. Para, vuelve a llover, para... En un momento dado, tenemos que recogerlo todo porque nos estamos mojando en exceso. Tenemos que refugiarnos en las dos tiendas, repartiéndonos los cuatro que vivaqueamos entre el poco espacio que estas tiendas para dos personas tienen. Una odisea pero que no presenta otra alternativa. Ander y yo tenemos que salir a retensar los vientos y apañar una varilla que se había doblado y provocaba que las dos lonas se juntaran y calara el agua, entrándonos por los pies. 


Nos tomamos esta pequeña crisis con filosofía y aunque no para del todo, decidimos intentarlo de nuevo. Salimos con los sacos ya que parece más factible dormitar fuera a pesar de las circunstancias que dentro por el calor y la incomodidad. Bastante hacen Ali y Ane con hacernos un hueco inexistente pero por ellas y nosotros, salimos. Aunque vuelve a llover y Gorka y Juan regresan a la tienda con Laura y Pablo, Ander y yo intentamos coger algo de señal con el móvil para poder ver si la tormenta ya está terminando de pasar o va a seguir lloviendo toda la noche. Aunque nos cuesta, conseguimos ver el mapa de lluvia y comprobar que sobre las 00.45 todo se despeja por completo.


Efectivamente, a la hora señalada, el agua desaparece y como el suelo apenas está húmedo nos volvemos a tumbar dentro del saco sobre la hierba. Durante nuestra re-acampada Ander y yo tenemos la suerte de ver una estrella fugaz y poco a poco el cielo comienza a abrirse conforme los relámpagos se van alejando por el Norte. Espectacular cielo que la noche nos regala donde podemos ver perfectamente las diferentes constelaciones y la vía láctea. Nos dormimos en este hotel de mil estrellas.


Madrugamos ya que la luz nos despierta sobre las 6. Un relincho de caballo me hace dudar de si sueño o es de verdad. Es de verdad, como los ronquidos de Pablo. Ander y yo damos un paseo alrededor de los ibones para ver la zona y desentucernos mientras el resto van levantándose. Preparamos el desayuno mientras comentamos la "crisis" del día anterior y reímos de la situación vivida intentando encajar los cuatro en una tienda de dos. Ahora es donde todo lo subido a hombros por las hermanas es aprovechado. Cafetera, galletas varias, leche de distintos tipos, aguacate, tostadas... Ni en el Vincelle desayunamos así. De locos.


Lau y Ane deciden guardar el fuerte, recoger las cosas, estirar mientras el resto salimos a las 08.30 hacia la cumbre del Anayet. Aunque sin correr, vamos ligeros y pronto estamos en el collado entre el pico y el vértice. Ya hay gente que baja y otros que también suben. Llegamos al paso de las cadenas que superamos sin dificultades aunque con precaución. A pesar de la lluvia la roca está seca y aunque algunas zonas están más pulidas, en general, tienen buen tacto y generoso agarres.


Tras trepar por una chimenea, llegamos a la cima con una vistas brutales que abarca una panorámica que va desde el Midi d'Ossau hasta Bisaurín, pasando por Tendeñera y Collarada, con los ibones a  nuestros pies. Se está de maravilla allí y nos hacemos alguna foto pero hay que bajar para no volver muy tarde a casa y, sobre todo, no pasar demasiado calor andando.



Tras terminar de recoger nuestras cosas, coger toda la basura y picar algo, comenzamos a andar. De aquí al coche, poco más que reseñar, salvo que fuimos un poco justo de agua y casi ninguno nos atrevimos a beber de los saltos que fuimos encontrando. Lo que sí hicimos fue meter la cabeza en unas de las pozas que nos refresco algo hasta llegar a la ansiada fuente de los cerezos donde babimos hasta saciarnos a pocos minutos ya del coche.



Primera experiencia de vicac del grupo que seguro repetimos. Ya estaba Pablo maquinando algo por Marboré y proponiéndonos la próxima. Seguimos! ;)

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