lunes, 21 de septiembre de 2015

Monte Perdido (3.355 m.) por punta escaleras

Ascensión al macizo calcáreo más elevado de Europa y tercer pico en altura del Pirineo tras el Aneto y Posets que Mon había programado para este fin de semana junto a su amigo Manolo "despatárrate" y el que escribe estas líneas. Salida al monte bendecida desde el primer minuto, ya que si teníamos plaza en el autobús que desde Nerín deja a los montañeros al comienzo de la faja de Pelay, pero no así el alojamiento del viernes a la noche... Tras quedar en la gasolinera de Villanueva, punto de encuentro habitual, ya camino del Piri y tras un par de llamadas conseguimos las 3 últimas camas en el Albergue de guarda fuentes en Buerba, a veinte minutos de Nerín.
Empezamos a andar de noche

Llegamos a Buerba a la hora de la cena. Nos presentan a nuestros compañeros de habitación, cinco zaragozanos que intentarán el cilindro y que saldrán en el siguiente autobús al nuestro, así que les despertaremos a las 4.40 a.m. hora en que tras haber cenado una copiosa cantidad de verduras, ensalada y carnes a la brasa y haber dormido cuatro horas escasas, no ponemos en pie.
"La soledad del guía"

Un café y algo de comer, revisar las mochilas y al coche. Llegamos puntuales pero nuestros nombres aparecen tachados en la lista del chófer. Afortunadamente, el error es suyo y sentados en el pasillo del autobús, salimos hacia Ordesa.
A la vuelta con la luz de la tarde pudimos contemplar Ordesa en toda su plenitud

Aún es de noche y tenemos que empezar a caminar con los frontales. La gente se apresura entre la oscuridad... Dejamos que todos marchen, ya les adelantaremos. No hay prisa. Me quedo con dos dichos que Mon y Manolo recuerdan de cuando sus padres les decían; << Caminar como un viejo para volver como un joven. >>, << Se sube con el corazón y los pulmones y se baja con las piernas. >>.

No podemos ver el cañón de Ordesa, ni el río ni las paredes del Tozal y el Gallinero... Pero si vemos amanecer sobre el macizo y otros montes como las tres Marías. Poco a poco amanece y nos regala unas vistas espectaculares tanto en colores, como en formas, tamaños... A la vuelta podremos contemplar lo que en estas primeras horas no ha sido posible.
















Casi sin darnos cuenta dejamos atrás la faja de Pelay y llegamos al refugio de Góriz donde la animación es creciente. Allí, a 2.160 m. comienzan la mayoría de ascensiones de la zona. Los montañeros alojados en él van viendo como llegamos los que nos hemos alojado en otros lugares del valle más lejanos o los que han madrugado y vienen de ciudades como Getxo o Donosti.

Breve parada para repasar las indicaciones, ajustar el altímetro y comer algo e hidratarnos. Partimos hacia arriba por la ruta normal junto a más montañeros y perros. A 2.500 metros, tras llevar ya caminados 6 km, nos desviamos hacia la derecha por un corredor que nos da acceso a la ruta por la que queremos ascender. La ruta o vía de las escaleras. En vez de subir a la cima por la escupidera, por el Oeste, iremos por la cara Sur entre corredores y con alguna pequeña trepada, teniendo en su última parte un diedro que es conveniente proteger.
 De Ordesa a punta escaleras
De punta escaleras a Monte Perdido

Progresamos hasta punta escaleras entre camino y trepadas. Desde allí puede admirarse un paisaje de ensueño con el macizo frente a nosotros y el valle, el cañón de Añisclo, Peña Oroel, el pico Taillón, la brecha y otros relieves de sobra conocidos. Tras un almuerzo a base de chorizo y whisky de malta vamos hacia la cima. Avanzamos por un pedregal en zig-zag hasta la última trepada, la más dura y expuesta de todas, la más bonita. Teniendo cuidado con el verglas, vamos seleccionando pies y agarres hasta llegar arriba. Manolo, se ayuda de una cuerda fija y es que para alguien que no escala, además de la prudencia, no está de más ayudarse de la cuerda. En caso de que esta no hubiera estado, su aspecto no nos hubiera gustado o evaluada la situación decidiéramos que había que encordarse, habríamos montado una reunión y asegurado con la cuerda y bagas que llevábamos.
























Dos de los tramos de trepadas que tiene la vía de las escaleras. Manolo dándolo todo ;)

A las 12.00 hollamos la cima con bastante viento y frío. Hay nieve y hielo. Poca gente... Pero si se ve progresar al resto de personas por la escupidera. Tras las fotos de rigor y contemplar el glaciar, nos apresuramos a bajar para protegernos del frío. Tras unos penosos metros en los que las caídas acechan por lo resbaladizo del terreno, evitando a los que suben, nos desviamos a la izquierda para continuar descendiendo por una cresta de roca, libre de hielo y nieve, hasta llegar al lago a pies del cilindro. Allí continuamos ya por la normal donde nos encontramos con un montañero que nos pide ayuda para atravesar un paso protegido con un pasamanos de cadenas, Sus compañeros han continuado hacia la cima, pero él tras llegar al lago no se ha visto suficientemente preparado material y técnicamente, por lo que acertada y prudentemente, decidió dar media vuelta al encuentro de otros compañeros que se quedaron más abajo haciendo fotos. El problema es que hay hielo y ya tuvo dificultades al pasar de subida. Le ayudamos y agradecido continua, aunque más adelante nos lo volveremos a encontrar, ya va cansado y con el miedo en el cuerpo y aunque este otro destrepe no contempla dificultad real, terminamos por ayudarle y enseñarle a salvar este tipo de resaltes. Sus compañeros escuchan la advertencia que mientras les ayudaba, Mon les hace en relación a no separarse de compañeros que no están suficientemente preparados.


















Algunas fotos de los últimos tramos y de la cima


Comentamos que son varias las personas que hemos visto pasando dificultades en el camino y con posibilidades de tener verdaderos problemas... Cuidado, por favor.




















Mon y yo con el glaciar al fondo, ya de bajada (izquierda). El cilindro con el lago a sus pies (arriba).

Lo que queda aparte del haber disfrutado de las mágicas vistas de Ordesa y el café en Goriz, es poco. Poco que es mucho... Viaje de vuelta a ritmo de petersellers y conversaciones ligeras y profundas. Nos plantamos cansados pero felices en Villanueva y después de los abrazos, a casa a comer y descansar. La próxima, ¿Para cuándo?

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